Sunday, May 28, 2006

TODOS LLAMADOS A EVANGELIZAR

TODOS LLAMADOS A EVANGELIZAR


Ascensión del Señor B / 1 junio 2003


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán demonios y hablarán nuevas lenguas; tomarán con sus manos serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba su mensaje con los milagros que lo acompañaban. (Mc. 16,15-20).

Las Ascensión nos atestigua que Jesús ha vencido todo lo que amenaza la vida humana: el dolor, el odio, la guerra, la muerte, que no son la palabra definitiva sobre la suerte del hombre. Esos males, mediante la resurrección y la consiguiente felicidad eterna, desaparecerán totalmente para quienes pasan la vida haciendo el bien, a imitación de Cristo.

Jesús abrió el camino de la resurrección para quienes lo reconocen y lo aman como único Salvador. Al final de la carrera terrena vendrá en persona a buscarlos para llevarlos a la Casa del Padre suyo y Padre nuestro.

En el testamento de Jesús el día de la Ascensión, nos dejó una consigna decisiva para todos sus discípulos de ayer, de hoy y de siempre: compartir, en unión con Él, su misión de evangelizar a todas las gentes, mediante la oración, el sufrimiento ofrecido, el ejemplo, la palabra, la acción y con todos los medios a nuestro alcance. Ese “todas las gentes” empieza en nosotros mismos, en el hogar, en el trabajo, en el centro de estudios, en la política...

Alcanzamos a todo el mundo de manera especial con la celebración eucarística, que nos ofrece la posibilidad de compartir con Cristo, su acción salvadora universal, especialmente desde la Eucaristía, “ofrecida por todos los hombres”. Él nos garantiza: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto”, aunque no sepamos dónde, ni cómo, ni cuándo ni favor de quién llega la acción salvífica que Cristo realiza con nosotros.

Ejemplo admirable de esta acción salvífcia universal es santa Teresita del Niño Jesús que, sin salir de su convento, se hizo instrumento de salvación para multitudes con su vida, su oración, sus sufrimientos, y por eso fue proclamada Patrona de las Misiones.

Por otra parte, estaba reservada a nuestros tiempos, a nosotros, la posibilidad de realizar al pie de la letra el mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio", pues a través de los medios de comunicación social (cuya Jornada Mundial celebramos hoy) es posible llevar la Palabra salvadora de Dios a los rincones más remotos y oscuros del mundo.

Esos medios, que la Iglesia llama “admirables”, maravillosos, ofrecen a Cristo y a su mensaje nuevos púlpitos, nuevos areópagos, nuevos y rapidísimos caminos por donde llega la presencia salvadora de Jesús. Nuevas autopistas de luz para el Salvador, Luz del mundo, para sus pies de luz con la velocidad de la luz.

Ya Pablo VI decía que la Iglesia –clero y laicado- debería sentirse culpable ante Dios y ante los hombres si no aprovechara las enormes posibilidades de evangelización y misión que estos medios ofrecen. Pero pocos lo sienten así.

Y Juan Pablo II decía a los obispos de todo el mundo, reunidos en Río de Janeiro: “Una de vuestras prioridades debe ser incrementar la presencia de la Iglesia” y su mensaje en los medios de masas. Y él ha dado ejemplo de lo que pedía a los obispos.

P. Jesús Álvarez, ssp

A continuación una selección de párrafos del

Los medios: red de comunicación, comunión y cooperación

1. La necesidad de herramientas que ayuden al bien de la humanidad me ha impulsado a reflexionar, en mi primer mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre la idea de los medios como una red que facilita la comunicación, la comunión y la cooperación.

2. Los avances tecnológicos en los medios han conquistado en cierta medida tiempo y espacio, haciendo la comunicación entre las personas tanto instantánea como directa, aun cuando están separadas por enormes distancias... Sin embargo, como todos sabemos, nuestro mundo está lejos de ser perfecto. Diariamente se nos recuerda que la inmediatez de la comunicación no necesariamente se traduce en la construcción de la cooperación y la comunión en la sociedad…

La comunicación auténtica demanda valor y decisión radicales. Requiere la determinación de aquellos que trabajan en los medios para no debilitarse bajo el peso de tanta información ni para conformarse con verdades parciales o provisionales. Por el contrario, requiere tanto la búsqueda como la transmisión de lo que es el sentido y el fundamento último de la existencia humana, personal y social.

3.
Aunque los diversos instrumentos de comunicación social… facilitan "una gran mesa redonda" para el diálogo, algunas tendencias dentro de los medios engendran una forma de monocultura que oscurece el genio creador, reduce la sutileza del pensamiento complejo y desestima la especificidad de prácticas culturales y la particularidad de la creencia religiosa. Estas son distorsiones que ocurren cuando la industria de los medios se reduce al servicio de sí misma o funciona solamente guiada por el lucro, perdiendo el sentido de responsabilidad hacia el bien común.

Así pues, deben fomentarse siempre el reporte preciso de los eventos, la explicación completa de los hechos de interés público y la presentación justa de diversos puntos de vista. La necesidad de sostener y apoyar la vida matrimonial y familiar es de particular importancia, precisamente porque se relaciona con el fundamento de cada cultura y sociedad… ¿No lloran nuestros corazones, muy especialmente, cuando los jóvenes son sujetos de expresiones degradantes o falsas de amor que ridiculizan la dignidad otorgada por Dios de cada persona humana y socavan el bien de la familia?

4.
La formación en el uso responsable y crítico de los medios ayuda a las personas a utilizarlos de manera inteligente y apropiada… La participación en los medios surge de su naturaleza: son un bien destinado a toda persona. Como servicio público, la comunicación social requiere de un espíritu de cooperación y co-responsabilidad con escrupulosa atención en el uso de los recursos públicos y en el desempeño de los cargos públicos.

Finalmente, los medios de comunicación deben aprovechar y ejercer las grandes oportunidades que les brindan la promoción del diálogo, el intercambio de conocimientos, la expresión de solidaridad y los vínculos de paz. De esta manera ellos se transforman en recursos incisivos y apreciados para la construcción de la civilización del amor que toda persona anhela.

Estoy seguro de que unos serios esfuerzos para promover estos pasos, ayudarán a los medios a desarrollarse sólidamente como una red de comunicación, comunión y cooperación, ayudando a los hombres, mujeres y niños, a prestar más atención a la dignidad de la persona humana, a ser más responsables y abiertos a los otros, especialmente a los miembros más necesitados y débiles de la sociedad…

¡Rompamos juntos los muros divisorios de la hostilidad y construyamos la comunión de amor según los designios que el Creador nos dio a conocer por medio de su Hijo!

Sunday, May 21, 2006

EL AMOR MÁS GRANDE

EL AMOR MÁS GRANDE

Domingo 6º de Pascua - B / 21-5-2006

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: - Como el Padre me amó, así también los amo yo a ustedes: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando. Jn. 15, 9-17

Quien cree que Dios es un ser indiferente, frío, tristón, lejano, amenazador, vengativo, no tiene la menor idea de lo que es Dios. Quien nos ha presentado al Dios verdadero es Jesús de Nazaret, el mismo Hijo de Dios: Dios Padre, lleno de ternura y de misericordia infinita.

En Dios-Amor tienen su fuente todas las verdaderas alegrías de que es capaz la persona humana y los mismos ángeles. “Les he dicho estas cosas, para que mi alegría esté con ustedes y esa alegría sea completa”.

Esta alegría desbordante e inmensa del Dios-Amor-Alegría-Libertad, la gozan quienes creen en Él como Padre amoroso y le corresponden con amor.

El mundo del lujo, del placer y del poder considera amor cualquier cosa, incluido el egoísmo más mezquino y cruel. Y ni siquiera sospechan lo que es amar y ser amados de verdad con el amor verdadero que sólo puede brotar de su única fuente: Dios-Amor.

El amor cristiano es el mismo amor con que el Padre ama a Cristo y el mismo amor con que Él ama al Padre y nos ama a nosotros: “Como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes… Ámense unos a otros como yo los amo”.

El amor que Jesús nos tiene a nosotros y al Padre, lo llevó a realizar a la letra su enseñanza: “Nadie tiene un amor tan grande como el que da la vida por los que ama”. Ejemplos de este amor se dan día a día, pero no son tema de publicidad rentable como los gestos de amor sin amor, las palabras de amor sin amor, las relaciones de amor sin amor...

A nosotros también el Padre nos eligió para compartir con Cristo ese “amor más grande”, que se hace realidad ofreciendo cada día al Padre, con Jesús y como Jesús, el trabajo, las alegrías, los sufrimientos, la agonía y la muerte por la salvación de los hombres, y en primer lugar por nuestros familiares y personas queridas. Entregar así la vida por amor es la única manera de salvar la vida para siempre: “Quien entrega la vida por mí y por el Evangelio, la salvará; quien quiera salvar la vida (por egoísmo), la perderá”.

Este amor cristiano –imitación del amor de Cristo- constituye el éxito pleno de nuestra existencia terrena y es el único “pase” válido para acceder por la muerte a la resurrección y a la gloria eterna.

Amor, libertad, felicidad y sufrimiento son compañeros inseparables en esta vida terrena; pero en la eterna sólo quedarán el amor hecho libertad y felicidad. ¡Felices quienes así lo creen, viven y esperan, pues así les sucederá!


Hechos 10, 25-26. 34-36. 43-48

Cuando Pedro entró a la casa del centurión Cornelio, éste fue a su encuentro y se postró a sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: «Levántate, porque yo no soy más que un hombre». Después Pedro agregó: «Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a Él. Él envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Todos los profetas dan testimonio de Él, declarando que los que creen en Él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre». Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra. Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo: «¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?» Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo.

La mayoría de los judíos creían que Dios era sólo para ellos. Y los apóstoles seguían con esa mentalidad cerrada, a pesar de que conocía a paganos que acogieron la salvación de Jesús: Los reyes magos, el eunuco de la reina de Candace, Jairo, cuya hija resucitó Jesús, etc.

Y ahora Pedro ve cómo el Espíritu Santo desciende sobre la familia del pagano Cornelio antes de recibir el bautismo, y cómo se abren todos a la salvación de Jesús.

Dios no se limita a los sacramentos para salvar a los hombres. Pero los sacramentos son la plenitud de la salvación, que, una vez conocidos, serán deseados por quienes creen en Cristo, como sucedió con la familia de Cornelio.

No da lo mismo una religión que otra, sino que todos los hijos de Dios son iguales ante la salvación ofrecida por Cristo, pero que muchos no conocen y no la pueden desear. Por eso él mismo ordena: “Vayan y evangelicen a todos los pueblos”, lo que equivale a: “llévenles la plenitud de la salvación” con la palabra, el testimonio, y con todos los medios posibles.

Son multitud los paganos y miembros de otras religiones que creen en Dios y “lo adoran en espíritu y en verdad”. Dios ha escrito su Palabra en sus corazones, y ellos la cumplen haciendo el bien, obrando la verdad, la justicia, la paz, la libertad, defendiendo la dignidad de la persona... Y están abiertos a la plenitud de la salvación de Cristo, si hay quiénes se la lleven por la evangelización.

1Juan 4, 7-10

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.

“Dios es amor”. Esa es la mejor y más breve definición de Dios. El amor es comunicación, experiencia de entrega. El amor es el valor esencial de la fe cristiana. Pero nadie sabe lo que es el amor hasta que ama; y nadie puede conocer a Dios sin experiencia de amor, porque “Dios es Amor” y fuente de todo amor. Sólo se sabe de Dios mediante el “conocimiento amoroso, agradecido”. Este conocimiento es un don que no pueden dar los libros: hay que pedirlo y acogerlo. Los libros sólo pueden favorecer el amor, pero no darlo.

El amor a Dios se manifiesta en el amor al prójimo, puesto que si amamos a Dios amaremos lo que él ama. El Padre nos ama como hijos, con el mismo amor con que ama a su Hijo Jesús, al que nos entregó por amor para darnos la vida eterna. Correspondámosle.

P. Jesús Álvarez, ssp.

Sunday, May 14, 2006

La PODA para dar más FRUTO

La PODA para dar más FRUTO

Domingo 5º Pascua - B / 14 mayo 2006


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama mía que no da fruto, la corta. Y toda rama que da fruto, la limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado; pero permanezcan en mí como yo en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; pero sin mí, no pueden hacer nada. El que no permanece en mí, cae al suelo y se seca; como a las ramas, que las amontonan, se echan al fuego y se queman. Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán”. Jn. 15,1-8

No podemos dejar de repetir y repetirnos: cristiano es sólo quien vive unido a Cristo Resucitado presente en su vida. Sólo de él puede recibir la savia de la vida eterna. Como la rama que vive en la vid y de la vid.

La unión con Jesús Vida se realiza en el amor a él y al prójimo; en la Eucaristía, en su Palabra, en la cruz ofrecida cada día, en la aceptación agradecida de sus beneficios, el máximo de los cuales es la resurrección y la gloria eterna.

Quien vive al margen del amor, de espaldas a Dios-Amor-Vida y al prójimo necesitado, imagen e hijo de Dios, vive cortado de la Vid viva, Cristo. Y no puede menos de secarse en el suelo de la muerte, ya en este mundo, como la rama cortada de la vid o el arroyo cortado de su fuente. “Sin mí no pueden hacer nada”.

Vivir en Cristo no es sólo ir a misa, hacer novenas, rezar el rosario, participar en procesiones, catequesis, reuniones bíblicas... Todo eso es bueno sólo si nos lleva a lo esencial: la unión efectiva y afectiva con el Resucitado y con el prójimo necesitado. Sólo unidos a Cristo Vida, podemos tener vida en abundancia que traduzca nuestra fe en obras y frutos de amor que vivifica y salva. Pero “si no lo hago por amor, de nada me sirve”, recalca san Pablo (1Cor 13,3).

“El Padre corta toda rama mía que no da fruto”. Seria advertencia de Jesús a los fieles y pastores que no produzcan dignos frutos de salvación: quienes dicen y no hacen, escuchan la Palabra de Dios y no la viven, comen el “Pan eucarístico” y no "comulgan" con Cristo en el prójimo necesitado, con quien él se identifica. Son sarmientos cortados y secos que se tiran y sólo valen para el fuego.

Es una seria advertencia también para institución eclesial: parroquias, comunidades, seminarios, colegios, hogares cristianos, que tal vez dedican lo mejor de sus esfuerzos y recursos a “otras cosas”, y sólo una mínima parte para la evangelización, que es su razón de ser. ¿Urge tal vez una poda dolorosa?

"Pero a quien produce fruto, el Padre lo poda para que produzca más fruto". Es una respuesta que ilumina el misterio del sufrimiento: El Padre acude para convertir las pruebas dolorosas en poda amorosa con el fin de que produzcamos más frutos de salvación y de vida para nosotros y para muchos otros, en unión con la Vid, Cristo Jesús resucitado. “Quien está unido a mí, produce mucho frtuo”. "Quien desee ser mi discípulo, tome su cruz cada día y me siga", camino de la resurrección y de la vida eterna.

La vida en Cristo, mediante la escucha y el cumplimiento de su Palabra, y la poda del Padre, dan eficacia salvadora a nuestras obras, a nuestros sufrimientos, a nuestra vida, a nuestra oración: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y lo conseguirán”. Cuando no lo conseguimos, ¿no será porque no estamos unidos a él ni cumplimos su palabra?

Hechos 9, 26-31

En aquellos días: Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza, porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde ese momento, empezó a convivir con los discípulos en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor. Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso. La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Pablo llega a Jerusalén para confrontar su Evangelio con el de los Apóstoles. Pero su fama de perseguidor de la Iglesia le cierra las puertas, hasta que Bernabé les narra la conversión de Pablo y su valentía en el anuncio del Evangelio.

Pablo estaba seguro de haber recibido su Evangelio de Jesús resucitado en persona; pero quiso que los mismos testigos de Jesús lo verificaran, y ellos no le añadieron ni quitaron nada. Y se sumó sin más a los predicadores de Jerusalén.

Sorprendente: Pablo es acogido por sus antiguos enemigos –los cristianos-, pero sus antiguos amigos –los judíos– deciden matarlo, como a Esteban, cuya muerte Pablo había aprobado. Mas ahora él toma las veces de Esteban, y habría corrido la misma suerte si sus antiguos enemigos no le hubieran salvado la vida.

Suele haber pastores que ejercen un estricto control sobre las iniciativas evangelizadoras, como si hubiera que ajustarse más a sus criterios que a los del Espíritu Santo. Es justo informar a la jerarquía sobre las iniciativas apostólicas, pero es necesario obedecer al Espíritu antes que a los jerarcas, si estos se cierran abiertamente al Espíritu allí donde el Espíritu actúa con autonomía renovadora.

Los verdaderos evangelizadores no encuentran sólo la oposición de los poderes políticos, sino también, a veces, de los “poderes” eclesiásticos.

Juan 3, 18-24

Hijitos míos, no amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios, aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y Él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

¡Cuántas personas se atormentan rumiando sus pecados, incapaces de perdonarse, de creer en el perdón de Dios y de acogerlo con gozo, gratitud y voluntad de conversión!

Esa es una gran tentación, que se ha de vencer tomando las salidas de la paz y la alegría: perdonar a los demás: “Perdonen y serán perdonados”; pedir perdón sinceramente: “Pidan y recibirán”; amar al prójimo con obras concretas: “El amor cubre multitud de pecados”; recurrir al sacramento del perdón: “A quienes perdonen, serán perdonados”; y proponerse una lucha leal por salir de pecado y volverse a Dios cumpliendo su Palabra, cultivando con la oración la fe en Jesús resucitado presente: “Si ustedes se vuelven a mí, yo me volveré a ustedes”. “Cuanto mayor es el pecador, más derecho tiene al perdón” (Señor de la Misericordia).

P. Jesús Álvarez, ssp

Sunday, May 07, 2006

EL BUEN PASTOR Y LOS PASTORES

EL BUEN PASTOR Y LOS PASTORES

Domingo 4º de Pascua-B / El Buen Pastor / 7-5-2006

En aquel tiempo Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. No así el asalariado, que no es el pastor ni las ovejas son suyas. El asalariado, cuando ve venir al lobo, huye abandonando las ovejas, y el lobo las agarra y las dispersa. A él sólo le interesa su salario y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí, lo mismo que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este corral. A esas también las llamaré; escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para retomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre.” Jn. 10,11-18.

Jesús se declara como el Buen Pastor, modelo de todos los pastores: el Papa, los obispos, sacerdotes, diáconos permanentes, catequistas, agentes de pastoral, misioneros, profesores, padres y madres, superiores y superioras de comunidades, y cualquier cristiano que de alguna manera tenga influencia sobre otras personas, aunque sea de igual a igual.

El cristiano o discípulo de Cristo, si quiere serlo de verdad, debe compartir la misión del Buen Pastor. Cada cual ha de saber quiénes son o pueden ser sus ovejas, por las cuales orar, sufrir, vivir y morir, como el mismo Jesús hace por cada uno de nosotros.

Y pueden ser ovejas que pueden estar incluso fuera de su Iglesia, su redil, pues Él afirma que tiene “otras ovejas que no son de este redil”, y quiere ganarlas, también con nuestra colaboración generosa y amorosa, que alcanza su máxima eficacia en la Eucaristía.

Baste pensar en santísimas personas de otros rediles que el Buen Pastor guía a la salvación a través de los medios de comunicación social, usados para la evangelización y el pastoreo, y para la implantación de los valores del reino de Dios: la vida, la verdad, la justicia, la paz, la solidaridad, la libertad, la dignidad de las persona humana, la fraternidad universal...

En esta tarea o relación salvífica, la eficacia y el fruto de salvación no son resultado lógico de cargos, ni de títulos, ni de saber, sino de la unión con el Buen Pastor, sino de la unión con Cristo, como Él mismo declaró sin dejar lugar a dudas: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto; pero sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). Es esta la condición insustituible, la que más debe preocuparnos y ocuparnos, si queremos ser buenos cristianos y buenos pastores, “pescadores de hombres”, privilegio al alcance de todos.

Pudo o puede haber Papas, obispos, sacerdotes, misioneros, catequistas, padres, etc., cuyo objetivo principal de su vida no fue o no es la salvación del prójimo, sino lucrarse, tener prestigio, un cargo importante, pasarlo bien a costa de las “ovejas”, como mezquinos mercenarios al aire de sus intereses egoístas.

Pero son multitud los que entregaron y entregan sus vidas por la salvación de los hombres, sus hermanos, empezando por su familia, tanto desde altos cargos religiosos o políticos, como desde la vida sencilla de personas comunes.

En la Jornada Mundial de las Vocaciones, recordemos que la misión de buen pastor es la vocación esencial de todos. Conocer a Cristo y vivir unidos a él, nos asegura la eficacia salvadora de la vida, de la oración, del trabajo como colaboración con la obra creadora de Dios, del ejemplo, de la palabra, de las alegrías; con el ofrecimiento, ya desde ahora, del sufrimiento de la agonía y de la muerte con la misma intención y actitud del Buen Pastor: “Dar la vida por sus ovejas”, “dar la vida por los que se ama”, para recobrarla.

Así podremos decir como Jesús: “El Padre me ama, porque doy la vida por mis ovejas”. Este es nuestro seguro de salvación, de resurrección y vida eterna.


43ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

El Papa Bendicto XVI ha enviado a todo el mundo su primer mensaje para la Jornada de Oración por las vocaciones. Me permito un breve comentario. Los textos en cursiva son del Papa. Empieza refiriéndose al fundamento y sentido de toda vocación: “El Padre celestial nos eligió personalmente para llamarnos a entablar una relación filial con él, por medio de Jesús, Verbo encarnado, bajo la guía del Espíritu Santo”.

Y señala el ambiente natural de la vocación: “El misterio del amor del Padre… que nos ofrece a todos”. La vocación o llamada necesita en absoluto una respuesta de amor a Dios y al hombre por parte de quien es llamado, para que la pueda vivir y obrar con éxito de salvación, que es el objetivo primordial de toda vocación cristiana, sacerdotal o consagrada.

“La fuerza divina del amor cambia el corazón del hombre, capacitándolo para comunicar el amor de Dios a los hermanos”. Comunicar el amor de Dios es la misión de todo cristiano, evangelizador, catequista, sacerdote, misionero, consagrado, pues fue y es la vocación-misión de Cristo. Y Dios nos “predestinó a reproducir la imagen de su Hijo”, mediante la unión amorosa con él, garantía del éxito de la vocación que él mismo nos da: “No me han elegido ustedes a mí, sino yo a ustedes”, “para que vayan y den mucho fruto”.

Pretender vivir la vocación cristiana, sacerdotal o consagrada sin amor real y eficiente a Dios y al prójimo, es un contrasentido destinado al fracaso. Y tantos fracasos que se dieron, dan y darán no tienen otra causa que la ausencia de ese doble amor. El amor es la piedra de toque para discernir la vocación-respuesta por parte del vocacionado.

Gracias a Dios, “a lo largo de los siglos numerosos hombres y mujeres, transformados por el amor divino, han consagrado sus vidas a la causa del Reino”. “El modelo de quienes están llamados a testimoniar de manera especial el amor de Dios, es María, la Madre de Jesús, asociada directamente, en su peregrinación de fe, al misterio de la Encarnación y de la Redención”.

María es la primera cristiana (persona unida a Cristo) y la primera “vocacionada” que acogió a Cristo – la máxima vocación- por la fe, el amor y la encarnación, y lo dio al mundo en Belén y Nazaret, en su vida pública, en el camino del Calvario y en la cruz. Es verdadera y plena vocación solamente la de quien acoge a Cristo en su persona y lo da a los hombres con la vida, las obras y la palabra, a imitación de María.

“Cristo, Sumo Sacerdote, en su solicitud por la Iglesia, llama también en cada generación a personas que cuiden de su pueblo; en particular llama al ministerio sacerdotal a hombres que desempeñen una función paterna, cuyo manantial está en la paternidad misma de Dios”.

Sin embargo, como afirma Jesús, “la mies es mucha y los obreros pocos”; cada vez menos… Y no basta con echar la culpa a las condiciones adversas del mundo, sino que es necesario crear las condiciones y poner los medios para que las vocaciones surjan y perseveren: oración asidua, unión con Cristo resucitado presente, apertura al Espíritu Santo, tierna devoción a María, la madre de las vocaciones; conciencia y ejercicio real del sacerdocio bautismal; testimonio de unidad y santidad en la Iglesia; experiencia de Cristo resucitado y del prójimo necesitado de liberación y salvación; vida eucarística, escucha y práctica de la Palabra de Dios; convicción gozosa de que la vida sacerdotal y consagrada no son vidas estériles, sino que participan de la máxima fecundidad y paternidad-maternidad del mismo Dios engendrando multitud de hijos e hijas para la vida eterna, sin la cual, “¿de qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si al final se pierde a sí mismo?”

Donde se dan y se viven estas condiciones, siguen surgiendo vocaciones verdaderas. Y si no surgen, es porque dichas condiciones no se crean.

P. Jesús Álvarez, ssp