Sunday, July 29, 2007

Pidan y se les dará

PIDAN Y SE LES DARÁ

Domingo 17° del tiempo ordinario – C / 29-7-2007

Una vez, estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oren digan: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende, y no nos dejes caer en la tentación». Y les dijo:- «Si alguno de ustedes tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle».Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos». Si el otro insiste llamando, yo les digo que, si no se levanta y se tos da por ser amigo suyo, al menos para que no siga molestando se levantará y le dará cuanto necesite. Por eso yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre ustedes, cuando su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» Lucas 11,1-13.

Génesis 18,20-32.

En aquellos días, el Señor dijo: "La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación que contra ellas llega a mí; y si no es así, lo sabré". Partieron de allí aquellos hombres y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abraham. Entonces Abraham se acercó y dijo a Dios: "¿Es que vas a destruir al ¡nocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás a la ciudad por los cincuenta inocentes que hay en ella? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente juntamente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?" El Señor contestó: "Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos". Abraham respondió: "Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el numero de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?". Respondió el Señor: "No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco". Abraham insistió: "Quizá no se encuentren más que cuarenta". Le respondió: "En atención a los cuarenta, no lo haré". Abraham siguió: "Que no se enoje mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta? " El respondió: "No lo haré, si encuentro allí treinta". Insistió Abraham: "Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte? " Respondió el Señor: "En atención a los veinte, no la destruiré". Abraham continuó: "Que no se enoje mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?" Contestó el Señor: "En atención a los diez, no la destruiré".

Colosenses 2,12-14.

Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo, y han resucitado con él, porque han creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos por sus pecados, porque no estaban circuncidados; pero Dios les dio vida en él, perdonándoles todos los pecados. Borró el documento que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de enmedio, clavándolo en la cruz.

Sunday, July 22, 2007

Escuchad la palabra del Señor

Escuchad la palabra del Señor

Domingo 16° del tiempo ordinario – C / 22-7-2007

En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. En cambio, Marta estaba atareada con todo el servicio de la casa; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me ayude». Pero el Señor le contestó: - «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no se la quitarán». Lucas 10, 38 - 42.

Génesis 18, 1-10.

En aquellos días, el Señor se apareció a Abraham junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de su carpa, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de su carpa y, postrándose en tierra, dijo: - «Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que se laven los pies y descansen junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que recobren fuerzas antes de seguir, ya que han juzgado oportuno pasar junto a su siervo». Contestaron:- «Esta bien. Puedes hacer lo que dijiste». Abraham entró corriendo en la carpa donde estaba Sara y le dijo:- «Date prisa, toma tres medidas de flor de harina, amásala y haz unos panes». Luego fue corriendo donde estaba el ganado, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también queso fresco, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después le dijeron:- «¿Dónde está Sara, tu mujer?» Contestó: - «Aquí, en la carpa». Añadió uno:" «Cuando vuelva a ti, pasado el tiempo de su embarazo, Sara habrá tenido un hijo».

Colosenses 1, 24-28.

Me alegro de sufrir por ustedes; así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciarles a ustedes su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo. A este pueblo ha querido Dios dar a conocer la gloria y riqueza que este misterio encierra para los paganos: es decir, que Cristo es para ustedes la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con lo mejor que sabemos, para que todos alcancen su madurez en Cristo.

Sunday, July 15, 2007

Vete, y haz tú lo mismo

Vete, y haz tú lo mismo

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:- «Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» Él le dijo:- «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» El contestó:- «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo». Él le dijo:- «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida eterna». Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:- «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús dijo:- «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo asaltaron, lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, sintió compasión, se le acercó, le vendó las heridas, después de habérselas limpiado con aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al encargado, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva". ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó:- «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo:- «Vete, y haz tú lo mismo». (Lucas 10, 25-37.)

Deuteronomio 30, 10-14.

Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandamientos, lo que está escrito en el libro de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este mandamiento que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas, ni inalcanzable; no está en el cielo, para que digas: «¿Quién de nosotros subirá al cielo para traerlo y nos lo enseñará, para que lo cumplamos?»; ni está más allá del mar, para que digas: «¿Quién de nosotros cruzará el mar para traerlo y nos lo enseñará, para que lo cumplamos?» Pues, la palabra está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Para que la cumplas».

Colosenses 1, 15-20.

Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: las del cielo y las de la tierra, visibles e invisibles. Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. El es también la cabeza del cuerpo: es decir, de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, restableciendo la paz con su sangre derramada en la cruz.

Sunday, July 08, 2007

SUS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO

SUS NOMBRES ESCRITOS EN EL CIELO


Domingo 14° del tiempo ordinario – C / 8-7-2007


Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos delante de él, a todas las ciudades y lugares adonde debía ir. Les dijo: “La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha. Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos… Cuando entren en una ciudad y sean bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: ‘El Reino de Dios ha venido a ustedes’. Pero si entran en una ciudad y no quieren recibirles, vayan a sus plazas y digan: ‘Nos sacudimos y les dejamos hasta el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestros pies. Con todo, sépanlo bien: el Reino de Dios ha venido a ustedes’. Yo les aseguro que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad. Los setenta y dos discípulos volvieron muy contentos, diciendo: "Señor, hasta los demonios nos obedecen al invocar tu nombre." Jesús les dijo: "Alégrense, no porque los demonios se someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los cielos." (Lucas 10,1-12.17-20).

Los discípulos acompañan a Jesús hacia Jerusalén. Para ellos, la meta es el fracaso del Calvario; para Jesús la meta es el triunfo de la resurrección. Experimentan poco a poco las exigencias del seguimiento de Jesús: renuncia a los intereses egoístas, e incluso a la presencia física de Jesús.

Los setenta y dos discípulos enviados –72: símbolo de las naciones paganas - no eran del grupo de los apóstoles; sino que eran como los laicos de hoy. Todos los seguidores de Jesús, clero y laicos, estamos llamados a anunciar el reino de Jesús y salvar a la humanidad. Cada cual según sus posibilidades reales.

Ningún cristiano está dispensado y a nadie se le niega este privilegio y los medios necesarios. Y todo cristiano debe exclamar con San Pablo: “¡Ay de mí si no evangelizo!” Pues si los que no escuchan a los evangelizadores serán tratados con mayor rigor que Sodoma, ¡cuánto más los enviados que no escuchan a Cristo!

La Gran Misión de América Latina y el Caribe, a partir de Aparecida, tiene ese sentido y exigencias. Evangelización y humanización son inseparables.

La vida interior de unión con Cristo, la misión y el plan común de acción tienen que ser la preocupación fundamental de toda comunidad cristiana, parroquial o extra-parroquial. Quien se decide por Cristo (por ser cristiano), no puede menos de anunciarlo, como sea. Quien no lo anuncia, no es cristiano.

La mies es muy abundante y los obreros muy pocos. Eso hace cada vez más urgente que toda comunidad cristiana tome conciencia de su vocación a la misión evangelizadora y la realice, y promueva por todos los medios las vocaciones consagradas radicalmente a la evangelización. Conscientes de que la gran mayoría de los bautizados no han sido evangelizados o están alejados; y ¡qué decir de los no bautizados!

La palabra y la acción evangelizadora tienen que ir acompañadas por la vida de los mensajeros -que es la palabra más elocuente-, para hacer creíble y convincente el mensaje a los destinatarios. A la base de toda evangelización está la intimidad con el Maestro: hay que escucharlo para hablar en su nombre.

El premio de la evangelización no son las obras ni los éxitos, sino la salvación: “Alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo”.

Isaías 66,10-14

    Alégrense con Jerusalén, y que se feliciten por ella todos los que la aman. Siéntanse, ahora, muy contentos con ella todos los que por ella anduvieron de luto, porque tomarán la leche hasta quedar satisfechos de su seno acogedor, y podrán saborear y gustar sus pechos vivificantes. Pues Yavé lo asegura: “Yo voy a hacer correr hacia ella, como un río, la paz, y como un torrente que lo inunda todo, la gloria de las naciones”. Ustedes serán como niños de pecho llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hijo a quien consuela su madre, así yo los consolaré a ustedes. Cuando ustedes vean todo esto, les saltará de gozo el corazón y su cuerpo rejuvenecerá como la hierba. La mano de Yavé se dará a conocer a sus servidores y hará que sus enemigos vean su enojo.

    La Jerusalén de que habla el profeta Isaías, simboliza a la Iglesia de Cristo en su condición de militante en la tierra y triunfante en la eternidad. Ambas gozan de la presencia cariñosa y todopoderosa de Dios Trinidad. Pero la militante en forma misteriosa y velada, mientras que la triunfante goza de Dios cara a cara, y sus miembros disfrutan de la acogida, de la ternura maternal, las caricias y delicias del Dios Amor.

    En el paso a la Iglesia triunfante, se verificarán a la letra las palabras: “Les saltará de gozo el corazón y su cuerpo rejuvenecerá como la hierba”.

    Pero Dios ya nos regala aquí en la tierra realidades y experiencias felices que encontrarán su plenitud sólo en el paraíso. Lugares, vivencias, deleites, personas con las que nos gustaría gozar para siempre sin cansarnos nunca. Y si todo eso lo gozamos en el amor y gratitud a Dios, aunque sean cosas pasajeras, se harán eternas, con una felicidad inmensamente superior.

    Tenemos que pensar, sentir, gozar y amar mucho más en la perspectiva del cielo, nuestra casa definitiva. Y que lleguemos a sentir lo que San Pablo: “Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir”.


    Gálatas 6,14-18

    En cuanto a mí, no quiero sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. No hagamos ya distinción entre pueblo de la circuncisión y mundo pagano, porque una nueva creación ha empezado. Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de Dios. Por lo demás, que nadie venga a molestarme, pues me basta con llevar en mi cuerpo las señales de Jesús. Hermanos, que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, esté con su espíritu. Amén.

    San Pablo se gloría en la cruz de Cristo, porque la considera como lo que realmente es: la puerta y el precio de la resurrección y de la gloria eterna. Y se alegra de “estar crucificado con Cristo”: “Me alegro de sufrir; así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo, que es la Iglesia”.

    Y esa alegría se la da la convicción de que “los padecimientos de esta vida presente no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros”. Pero añade otro gran motivo de su alegría: “Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús”.¡Cuán decisivo es para nuestra felicidad terrena y eterna vivir en esta perspectiva de San Pablo! No se trata de una ilusión, sino de una realidad necesaria que hemos de pedir, vivir y agradecer. Así nuestra cruz se hará gloriosa y causa de gloria eterna, en unión con la de Cristo.


    P. Jesús Álvarez, ssp.

    Sunday, July 01, 2007

    EXIGENCIA contra INTRANSIGENCIA

    EXIGENCIA contra INTRANSIGENCIA

    Domingo 13°-Ordinario C / 1-7-2007.


    Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén. Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: - Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma? Pero Jesús se volvió y los reprendió. Y continuaron el camino hacia otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo: - "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas." Jesús le contestó: - "Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene donde recostar la cabeza". Jesús dijo a otro: "Sígueme". El contestó: - "Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre". Jesús le dijo: - "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú vé a anunciar el Reino de Dios". Otro le dijo: - "Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia." Jesús le contestó: - "El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios". (Lucas. 9,51-62).

    Jesús sube hacia Jerusalén decidido a morir por la salvación de todos los hombres, por cada uno de nosotros. Los discípulos no entienden y le siguen con miedo. Pero cuando los samaritanos les niegan hospedaje, se enfurecen y pretenden defender a Jesús eliminando a los samaritanos con una lluvia de fuego.

    En realidad están cediendo a la intransigencia y al ancestral desprecio mutuo entre los judíos y los samaritanos. Sus actitudes violentas no tienen nada de cristianas, no tienen nada que ver con la misión de Cristo.

    Jesús ha venido para salvar, no para condenar; para abatir las barreras que separan a los hombres, no para destruir a los hombres; para ser exigente, pero no intransigente; para promover el perdón y la paz, y no la violencia. Ha venido para usar el poder de Dios en favor de los hombres, y no en contra de ellos. Ha venido para ser misericordia universal de Dios en favor de buenos y malos.

    También nosotros, cristianos, tenemos que verificar si reflejamos en nuestra vida y relaciones la semejanza con Cristo por la unión real con él.

    Jesús es indulgente incluso con sus enemigos, pero es exigente con sus seguidores: “Si alguien quiere ser discípulo mío, tome su cruz cada día y me siga”. “No pueden servir a dos señores: a Dios y al dinero”. “Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí”. “Quien deja padre, madre, hermanos, casas y tierras por mí, tendrá cien veces más y luego la vida eterna”.

    Jesús no es exigente por gusto, sino porque quiere para los suyos lo mejor: el ciento por uno y la vida eterna, que sólo con la exigencia pueden conseguir. Quiere que los suyos pisen sus huellas subiendo al calvario, porque ese es el camino real de la resurrección, de la vida y de la gloria eterna. No hay otro.

    El “seguidor de Cristo”, -el cristiano- no puede ponerle condiciones a Jesús: “Déjame enterrar a mi padre…, despedirme de mi familia”. No puede vivir un cristianismo light donde prevalecen las comodidades, lujos, vicios… Es Cristo quien pone las condiciones de su seguimiento: “Si alguien quiere seguirme...”

    Pero no es cuestión de que el cristiano piense y viva sólo en la cruz, sino sobre todo en una vida pascual, gozosa con Cristo Resucitado, que alivia la cruz y da al calvario el esplendor de la resurrección y de la gloria eterna.

    1 Reyes 19,16. 19-21

    El Señor dijo a Elías: “Consagrarás a Eliseo, hijo de Safat, de Abel-Mejolá, como profeta en vez de ti". Partió de allí Elías y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien estaba arando; tenía doce medias hectáreas de tierra para arar y estaba en la duodécima. Elías se le acercó y le tiró encima su manto. Inmediatamente, dejando sus bueyes, Eliseo corrió tras Elías diciendo: "Permíteme que vaya a abrazar a mi padre y te seguiré". Y Elías le respondió: "Puedes ir; ¿quién te lo impide?" Eliseo se dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los sacrificó; asó su carne con el yugo y se la sirvió a su gente; luego se levantó, salió tras Elías.

    El manto con el cual Elías cubrió a Eliseo, es símbolo de transmisión del poder profético, del poder de Dios. La respuesta de Eliseo es modelo de respuesta a la vocación cristiana y consagrada: decisión pronta y gozosa. Es consciente de la grandeza de su vocación, y cualquier desprendimiento le parece poca cosa con tal de corresponder a la gran misión que Dios le confía.

    Elías no le impide a Eliseo despedirse de sus padres, pues lo ve totalmente decidido. Pero, en parecidas peticiones, Jesús vio indecisión y poca valoración del seguimiento por parte de los dos que se le ofrecían.

    Es necesario discernir las intenciones reales que hay en el fondo de nuestro ser cristianos: ¿seguimiento de Cristo o cumplimiento de normas, ritos, moral...?

    En concreto, la vocación de todo cristiano es imitar a Cristo, vivir unido a él y promover los bienes de su reino en el propio radio de acción o influencia: la vida y la verdad, la justicia y la paz, le libertad y el amor, la dignidad humana, el progreso, el bienestar..., y colaborar con él, mediante la oración, el trabajo, la alegría y el sufrimiento, el testimonio..., en la salvación de sus hermanos.

    Esa es la vocación cristiana, tanto para los consagrados como para los fieles, cada cual a su manera y con el alcance de su condición, fuerzas, talentos y medios. No hay otra vocación, aunque son diferentes los modos de vivirla.

    Gálatas 5,1.13-18

    Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros. Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo. Pero si se muerden y se devoran unos a otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos. Por eso les digo: caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la carne.

    ¡Cuánto se habla hoy de libertad! Pero es cierto que nunca ha habido tantas y tan crueles esclavitudes que, además, se hacen pasar por libertad.

    Hasta se le llama libertad al poder de esclavizar, explotar y utilizar indignamente, e incluso de eliminar a quien resulta incómodo a la propia comodidad, egoísmo y ambición, empezando por el aborto, hasta la guerra y toda violencia por parte de los esclavos del poder, del dinero, del placer.

    Pablo nos indica dónde está la verdadera libertad: ser esclavos unos de los otros por amor. Porque sólo el amor da la verdadera libertad. El egoísmo esclaviza al egoísta y al que está a su alcance.

    Dios prohíbe sólo aquello que nos impide ser libres y felices. Dios no nos quiere como marionetas en sus manos, sino como personas e hijos libres con su misma libertad hecha amor. Sólo el amor hace posible que dos libertades se unan libre y felizmente en el tiempo y en la eternidad.

    P. Jesús Álvarez, ssp.