Sunday, November 25, 2007

JESUCRISTO - REY DEL UNIVERSO

JESUCRISTO - REY DEL UNIVERSO

Solemnidad de Cristo Rey.

Lucas 23,35-43.

Cuando Jesús estaba ya crucificado, el pueblo estaba allí mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima de él una inscripción: "Éste es el rey de los judíos". Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Nosotros la sufrimos justamente porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, él no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Samuel 5, 1-3.

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a presentarse a David y le dijeron: «Nosotros somos de tu misma sangre; hace ya mucho tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú el que conducía a Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel"». Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

Colosenses 1,12-20.

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, restableciendo la paz por su sangre derramada en la cruz.

Sunday, November 18, 2007

Que nadie los engañe

QUE NADIE LOS ENGAÑE

Domingo 33º tiempo ordinario / 18-11-2007

Lucas 21, 5 - 19.

En aquel tiempo, algunos hablaban del templo, admirados de la belleza de sus piedras y de las ofrendas que lo adornaban. Jesús les dijo: «Esto que ustedes contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: ¿Cuándo será eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?. Él contestó: «Cuidado con que nadie los engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy" o bien: "El momento está cerca". No vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida». Luego les dijo: «Se alzará nación contra nación y reino contra reino, habrá grandes terremotos y, en diversos países, epidemias y hambre. Habrá también cosas espantosas y gran señales en el cielo. Pero, antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Así tendrán ocasión de dar testimonio de mí. Hagan el propósito de no preocuparse por su defensa, porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ninguno de sus adversarios. E incluso serán traicionados por sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos. Y a algunos de ustedes los matarán, y todos los odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de su cabeza se perderá. Gracias a la constancia salvarán sus vidas».

Malaquías 3,19 - 20a.

Miren que llega el día, ardiente colirio un horno: malvados y perversos arderán como paja, y los quemará el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos- , y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salvación en las alas.

Tesalonicenses 3, 7 - 12.

Ya saben ustedes cómo tienen que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre ustedes sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Porque cuando vivimos con ustedes les dimos esta norma: El que no quiera trabajar, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, sin hacer nada, y entrometiéndose en todo. Pues a estos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen en paz para ganarse el pan.

Sunday, November 11, 2007

Dios mismo nos resucitará.

Dios mismo nos resucitará

Domingo 32º tiempo ordinario / 11-11-2007

Lucas 20,27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella». Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». No es un Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos».

Macabeos 6,1.7;1-2.9-14

El rey Antíoco envío a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres, y a no vivir conforme a las leyes de Dios. Fueron detenidos siete hermanos junto con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios de buey para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Uno de ellos habló en nombre de los demás: «¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres». El segundo, estando para morir, dijo: «Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna». Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y extendió las manos con gran valor. Y habló dignamente: «De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios». El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo: «Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».

Tesalonicenses 2,16-3,5

Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, los consuele internamente y les dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas. Por lo demás, hermanos, recen por nosotros, para que la palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre ustedes, y para que nos libre de los hombres perversos y malvados, por que no todos aceptan la fe. El Señor, que es fiel, les dará fuerzas y los librará del Maligno. Por el Señor, estamos seguros de que ustedes ya cumplen y seguirán cumpliendo todo lo que les hemos enseñado. Que el Señor dirija sus corazones, para que amen a Dios y tengan la constancia de Cristo.

Sunday, November 04, 2007

Jesús, vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Jesús, vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Domingo 31º tiempo ordinario / 04-11-2007

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Vivía allí un hombre muy rico llamado Zaqueo, jefe de los publicanos. Trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa ya que también éste es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido». Lucas 19,1-10

Sabiduría 11,22-12,2

Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Tú amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no la hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu soplo incorruptible. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.

2 Tesalonicenses 1,11-2,2

Hermanos: Pedimos continuamente por ustedes a Dios para que los haga dignos de la vocación a la que los ha llamado, y con su poder lleve a término todo buen propósito o acción inspirada por la fe; de esta manera el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. Les rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no pierdan fácilmente la cabeza ni se alarmen por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor fuera inminente.

Thursday, November 01, 2007

LA FELICIDAD QUE BUSCAMOS



LA FELICIDAD QUE BUSCAMOS

Todos los Santos – 1-11-2007

Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al cerro. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo: Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices los que lloran, porque recibirán consuelo. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia. Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes. Mateo 5,1-12


Hoy nos unimos a todos los santos del cielo para dar gracias, bendecir y alabar a Dios por todos los bienes de esta vida y sobre todo por habernos hecho hijos suyos con destino de eternidad. El santo es una persona verdaderamente feliz en el tiempo y en la eternidad.


El santo es una persona de carne y hueso que ha descubierto el sentido esencial de la vida y las fuentes de la felicidad verdadera, que ha encontrado la libertad, la alegría profunda de vivir y el sentido pascual de la muerte. Que ha tomado en serio la propia existencia y la ajena, la vida temporal y la eterna.


La santidad no la hacen los milagros ni los éxtasis ni las penitencias. Estas cosas pueden ser caminos, expresión o fruto de la santidad. La santidad es sencillamente vivir en Cristo amando a Dios y al prójimo. Esa es la verdadera santidad al alcance de todos.


Santos han sido, son y serán quienes han alcanzado la plenitud de la vida y la felicidad allí donde se encuentra, en las fuentes que Cristo mismo señaló: las bienaventuranzas.


Pobres felices son las personas honradas, justas, que saben haberlo recibido todo de Dios, y de él todo lo esperan, y se lo agradecen; y en el sufrimiento se confían al Señor, que los recompensará.


Mansos son quienes aceptan con paz sus limitaciones y las ajenas, con la mirada puesta en Dios que ensalza a los humildes. Gozan ya en la tierra la paz del reino eterno.


Los sufridos felices son quienes viven y ofrecen con paciencia, paz y esperanza el sufrimiento causado por la enfermedad, por el pecado propio y ajeno, por las fuerzas del mal, y por la muerte como paso a la vida eterna. “Felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación”. (S. Francisco de Asís).


Tienen hambre y sed de justicia los que piden a Dios que salga en su defensa frente a la injusticia, y a la vez luchan por promover la justicia donde reina la injusticia.


Los misericordiosos son quienes imitan la conducta de Dios Padre para con el prójimo: su amor, compasión, misericordia, perdón, ayuda...


Los limpios de corazón obran y viven con transparencia, sin intenciones dobles e inconfesables, sin hipocresía y sin pura apariencia.


Trabajan por la paz quienes luchan con Cristo, Príncipe de la Paz, por establecer la paz en el corazón, en el hogar, en la Iglesia, en la sociedad, en el mundo.


Los perseguidos por la justicia son quienes sufren por hacer el bien, como el Maestro.


Ahí está la felicidad que buscamos. Jesús no nos engaña. Creámosle. La santidad es la vida en Cristo, pues sólo en Cristo y con Cristo es posible vivir las bienaventuranzas y el mandamiento del amor. El se pone a nuestro alcance estando con nosotros “todos los días hasta el fin del mundo”.

P. Jesús Álvarez, ssp.