LA EXCLUSIVA DE LA FE Y EL ESCÁNDALO
Domingo 26° durante el año-B- 27-09-2009
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para expulsar demonios, y hemos tratado de impedírselo porque no anda con nosotros." Jesús contestó: "No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está con nosotros. Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua porque son de Cristo, yo les aseguro que no quedará sin recompensa." "El que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar. Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida, que ir con las dos al fuego que no se apaga". (Marcos 9,38-43)
Los discípulos de Jesús querían para su grupo la exclusiva de los milagros, de la fe, de la salvación y del mismo Salvador. El móvil solapado era el dominio y los privilegios, no el servicio humano y salvífico al hombre hermano, por ser también él hijo de Dios.
Los apóstoles quieren prohibir que otros hagan milagros en nombre de Jesús, pero la respuesta del Maestro es contundente: “Quien no está contra nosotros, está con nosotros”.
Aclaración que repite hoy a tantos cristianos y pastores que pretenden tener en exclusiva la acción y experiencia salvífica de Cristo, como si el Salvador debiera someterse en todo a sus controles, criterios y permisos. “El Espíritu sopla donde quiere”.
Jesús, el Salvador del mundo, desde la Iglesia realiza su obra redentora universal también fuera de límites eclesiásticos oficiales, como él declaró: “Tengo otras ovejas que no son de este redil; también las llamaré y escucharán mi voz” (Juan 10, 16).
Entre esas “otras ovejas” también están los niños, con los cuales Jesús se identifica, y que en su inocencia están abiertos a Dios, a la fe, al bien, a la salvación, pero que pueden ser fácilmente alejados de Dios y del camino de la salvación por el escándalo de los mayores.
Terrorífica es la perspectiva para quienes escandalizan a un inocente y a gente sencilla, alejándolos de Dios: “A quien escandalice a uno de estos pequeños, más le valiera que le ataran al cuello una gran piedra y lo arrojaran al fondo del mar”.
Y tajante también la amonestación de Jesús para quienes usan los miembros del cuerpo para hacer el mal que aleja de Dios y de la salvación: “Si tu mano o tu pie te hacen caer, córtatelos; y si tu ojo te lleva al mal, arráncatelo; pues más te vale entrar manco, cojo o tuerto en el paraíso, que precipitarte con todos tus miembros en el infierno eterno”.
Jesús no se anda con fáciles acomodaciones: su lenguaje drástico pone de relieve la seriedad y la suma importancia de sus tres enseñanzas de hoy: No creernos con la exclusiva de Dios, de la verdad, de la salvación; no escandalizar; no usar los miembros del cuerpo para hacernos mal a nosotros mismos, a los otros o a la creación, con el serio riesgo de perder la herencia eterna, con todo lo que somos, gozamos, tenemos y amamos.
Asociémonos a nuestro Salvador en su obra de redención dentro y fuera de la Iglesia, con la oración, el ejemplo, el sufrimiento ofrecido, las obras, la palabra, la unión a él, sobre todo con la Eucaristía, sacramento universal de salvación.
¡Cuánto debemos orar, trabajar y ofrecer las cruces por la salvación de quienes hemos escandalizado, tal vez de mil maneras! Y agradecer a Dios por darnos tiempo de reparar, a pesar de merecer ser arrojados al fondo del mar y ser mutilados.
Nadie gana más que nosotros mismos si tomamos en serio nuestra salvación y las de los otros. Todos tenemos nuestra parcela de personas en cuya salvación Cristo Jesús nos invita a colaborar con él, empezando por el hogar, condición para nuestra salvación.
Nada hay tan contradictorio como un cristiano al que no le interesa la salvación de los suyos, del prójimo, de los más posibles.
Números 11,25-29
Entonces Yavé bajó en la nube y habló, luego tomó del espíritu que estaba en Moisés y lo puso en los setenta hombres ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar, pero después no lo hicieron más. Dos hombres se habían quedado en el campamento, el primero se llamaba Eldad y el otro, Medad; el espíritu se posó sobre ellos. Pertenecían a los inscritos, pero no habían ido a la Tienda, y profetizaron en el campamento. Un muchacho corrió para anunciárselo a Moisés: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento". Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: "¡Mi señor Moisés, prohíbeselo!" Pero Moisés le respondió: "¿Así que te pones celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yavé fuera profeta, que Yavé les diera a todos su espíritu!"
Dios elige de forma especial a personas y grupos para comunicarles su Espíritu con el fin de guiar a su pueblo hacia la salvación. Pero no se ata a nadie como si Él fuera un monopolio. Se reserva la libertad total de comunicar su Espíritu más allá de todo límite, creencia y pretensión humana.
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Esa apertura universal la retoma Jesús y se la comunica a sus apóstoles, frente a la actitud del pueblo judío que creía poseer en exclusiva a Dios y su salvación. Esta pretensión ha sido causa de las grandes y escandalosas divisiones religiosas, y las sigue causando y alimentando.
Pero el Espíritu de Dios sopla donde quiere, y dichosos quienes lo secundan con un corazón ecuménico, universal, en todo lo que él obra fuera de toda institución religiosa, incluida la Iglesia fundada por el mismo Jesucristo.
Santiago 5,1-6
Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les ha venido encima desgracias. Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos, su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya eran los últimos tiempos? El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse?
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Santiago se refiere a los ricos que han hecho de las riquezas su dios, su ídolo, poniendo en ellas todas las esperanzas de su vida, sin usar esos bienes al servicio de sus semejantes, pues para ayudar los han recibido, a menos que sean fruto de corrupción y de robos.
Muchos se han hecho y se hacen ricos a costa de la pobreza de sus semejantes, y han construido y construyen su vida incluso sobre la muerte de inocentes. Y esto no se refiere sólo a individuos, sino también a pueblos y naciones. ¿Qué pueden esperar?
Sus seguridades y esperanzas serán destruidas de improviso, cuando menos lo piensen. Y así como sus víctimas no pudieron defenderse de ellos, así ellos no podrán escapar de lo que se les vendrá encima. ¡Más vale prevenir que lamentar!
Cristianos ricos, instituciones y naciones ricas, vean de dónde les vienen sus riquezas y cómo las invierten, pues pueden convertirse en la trampa y ruina fatal de todas sus seguridades. ¡Pónganse a salvo a tiempo, sin pensarlo dos veces!
P. Jesús Álvarez, ssp.