Sunday, October 14, 2007

Si somos constantes, reinaremos con él.

SI SOMOS CONSTANTES, REINAREMOS CON ÉL.

Lucas 17,11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se detuvieron a cierta distancia y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos les dijo: «Vayan y preséntense a los sacerdotes». Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».

Reyes 5,14-17

En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Elíseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta, te lo ruego, un regalo de tu servidor». Elíseo contestó: « ¡Juro por Dios, a quien sirvo, que no aceptaré nada!» Y aunque Naamán insistió, Elíseo se negó a aceptar. Naamán dijo: «Entonces, permite que me den un poco de esta tierra que puedan cargar un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor».

Timoteo 2,8-13

Querido hermano: Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido de la descendencia de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo soporto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: Si con él morimos, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a si mismo.

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