Sunday, January 17, 2010

Las Bodas de Caná


Hagan lo que él les diga.


Domingo 2° de Tiempo Ordinario "C" / 17-01-2010.


Juan 2, 1-11.

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: No les queda vino. Jesús le contestó: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes: Hagan lo que él les diga. Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: Llenen las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo. Así lo hicieron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (sólo lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Isaías 62, 1-5.

Por amor a Sión no callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que su justicia resplandezca como luz, y su salvación brille como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona preciosa en la mano del Señor y anillo real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa con su novia, así se casará contigo el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

Corintios 12, 4-11.

Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así, uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, el don de curar. A éste le ha concedido hacer milagros, a aquél profetizar. A otro, distinguir los buenos y los malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

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