Sunday, September 16, 2007

Reconciliación

Reconciliación

Domingo 24º tiempo ordinario- C / 16-9-2007

Lucas 15,1-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publícanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: Éste acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Si uno de ustedes tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y vatras la descarriada, hasta que la encuentra? y, cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y va a los vecinos para decirles: "¡Alégrense conmigo; He encontrado la oveja que se me había perdido". Les digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a tas vecinas para decirles: "¡Alégrense conmigo! He encontrado la moneda que se me había perdido", Les digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. También les dijo: Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde". El padre les repartió los bienes. Pocos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, partió a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces a servir a casa de un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; pero nadie le daba de comer. Entonces recapacitó y se dijo: "¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre! Ahora mismo me pondré en camino, e iré a la casa de mi padre, y le diré; Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus trabajadores". Se puso en camino hacia donde estaba su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió y corrió a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. El hijo empezó a decirle: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo". Pero el padre dijo a sus criados:" Saquen en seguida el mejor traje y vístanlo; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha vueltoa la vida, estaba perdido, y ha sido encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando, al volver, se acercaba a la casa, oyó la música y el baile y, llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo". Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba convencerlo. Y él replicó a su padre: "Mira; en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con prostitutas, haces matar para él el ternero más gordo". El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y lo hemos encontrado".

Éxodo 32,7-11.13-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: Anda, baja del monte, porque se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Muy pronto se han apartado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal fundido, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto". Y el Señor añadió a Moisés: Veo que este pueblo es un pueblo terco. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo. Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: ¿Por qué. Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo; el que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abraham, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a sus descendientes para que la posean por siempre". Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Timoteo 1,12-17

Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me ha fortalecido y me consideró digno de confianza al encomendarme este ministerio. A pesar de que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Pueden fiarse y aceptar sin reserva lo que les digo; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por siempre. Amén.

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