Sunday, May 09, 2010

El que me ama guardará mi palabra


El que me ama guardará mi palabra.


DOMINGO VI DE PASCUA - Ciclo “C” - 09 - 05 - 2010.


Juan 14,23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amara, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que ustedes están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe todo y les recuerde todo lo que les he dicho. La paz les dejo, mi paz les doy; no la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble su corazón ni se acobarde. Me han oído decir: «Me voy y volveré a ustedes». Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto, antes de que suceda, para que cuando suceda, entonces crean».


Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe cristalino.Tenía una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel. Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste. La muralla de la ciudad se asentaba sobre doce cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero. No vi ningún templo en la ciudad, porque su templo es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre; porque la gloria de Dios la ilumina, y su lampa raes el Cordero.

Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29

En aquellos días, algunos que bajaron de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir a algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: «Los apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de Antioquia, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, los han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han consagrado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, quienes les transmitirán de viva voz lo siguiente: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponerles más cargas que las indispensables: que se abstengan de carne sacrificada a los ídolos, de sangre de animales estrangulados y de la fornicación. Harán bien en apartarse de todo esto. Que les vaya bien».

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