Sunday, May 04, 2008

Ascensión: éxito total


Ascensión: éxito total


Ascensión del Señor – A / 4 mayo 2008


Los once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Cuando vieron a Jesús, se postraron ante él, aunque algunos todavía dudaban. Jesús se acercó y les habló así: Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia. (Mt 28, 16-20).


En este paso evangélico se presentan tres realidades:


- el pleno dominio de Jesús sobre toda la creación visible e invisible;


- la misión salvadora universal de la Iglesia, encomendada a todos sus miembros, clero y laicos;


- y la presencia del Señor resucitado entre los suyos hasta el fin del mundo, como garantía de la victoria final sobre la enfermedad, el mal y la muerte; victoria en la que nos incluye a nosotros.


Jesús, con la Ascensión, vuelve al Padre, accede a una vida inmensamente superior, y entra en posesión de toda la creación visible e invisible, con el anhelo de compartir su reino con quienes lo siguen. “Donde yo estoy, quiero que estén también ustedes”. “Me voy a prepararles un sitio”. Pero, como “Persona universal” resucitada, también permanece con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, según su promesa infalible. ¡Maravillosa presencia que hemos de vivir y agradecer con gozo, sin cansarnos nunca!


Jesús ha querido asimismo compartir con nosotros su misión evangelizadora y salvadora en favor de la humanidad. Pero la evangelización no es sólo transmitir verdades, doctrinas y dogmas, o sólo repetir los que el Maestro dijo, sino ante todo hacer lo que él hizo y vivir como él vivió: ayudando a los hombres a tener una relación de encuentro amoroso personal con Jesús resucitado y con los hermanos, imitando su forma de vivir, de amar, de trabajar, de sufrir y de morir, para resucitar y ascender definitivamente a la vida plena con él y como él.


Para eso ha nacido, vivido y muerto Jesús: para abrirnos y señalarnos su mismo camino de éxito final, compartiendo con él su misión salvadora a favor de la humanidad. Lo cual está al alcance de todos, aunque exija dedicación y esfuerzo optimista permanente, pero seguros de su promesa: “Yo estoy con ustedes”.


La Resurrección y la Ascensión son dos misterios inasequibles e increíbles desde la perspectiva humana. Son tan maravillosos y desconcertantes, que nos cuesta creerlos como realidades que nos tocan personalmente, pues Cristo las ha ganado también para nosotros. No podemos ignorarlas y perderlas, sino hacer que ocupen nuestra mente y nuestro corazón, relativizando todo lo demás como lo que es: cosas relativas, caducas, de segundo orden.


P. Jesús Alvarez, ssp.

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